Las paredes de este mundo tienden a marear a las personas. Cualquiera diría: It's so XVIII Century, pero me agrada la manera en que la arquitectura de la época resalta mi apreciación por el movimiento renacentista. A veces llueve allí dentro, solo que no gotas de agua, sino letras, palabras, frases, incluso eufemismos en forma de truenos.
Si las letras que caen valen la pena, se filtran, a lo más profundo de mi corazón para elaborar las poesías que tanto amo y luego vuelven... en forma de pequeñas plantas que comienzan a crecer en el jardín trasero del dichoso paisaje renacentista.
Éste es solo el vestíbulo del gran mundo de arte que aguarda más profundamente en mi consiente.
Un día me encontré a mí mismo paseando por este jardín luego de una torrencial lluvia de ideas. Descubrí un millar de flores creciendo en forma de paradojas, aforismo y poemas. Recolecté uno en particular, que parecía lo bastante maduro, me acerqué a las ventanas de mi alma y lo arrojé a través del mismo para dejar que conozca la luz de infinitos mundos distintos que lo apreciaran.
Luego me reposé sobre el alfeizar y contemplé la mágica forma en que la luz iluminaba mi expresión satisfecha.
He aquí la dulce flor llamada "Desfasaje hacia el más allá":
Veo el mundo que me rodea, girar con rapidez.
Fundiéndose, las formas y colores hacen una sombra.
Todo se oscurece en son del giro.
y siento que me extingo conforme la vida se me escapa.
Luego de sufrir veo todo más claro,
tan ligero que puedo levitar,
Paulatinamente alejando
el peso que tuve que soportar.
En mi revolución olvido a mi personalidad en el camino,
volviéndome la antítesis de la pureza y el vacío.
Mas mi necesidad de tener abrigo
me hace pensar retrospectivo.
Ni la infinidad me complace,
pues cuestiono mi felicidad espiritual.
Entonces en la eternidad decido vagar.
En mi paseo, encuentro la personalidad abandonada.
En un instante deseo un reencuentro,
que se evidencia con sombras que inversas vuelven a girar.
Por fin de nuevo puedo respirar.